Serge Blanco, figura emblemática del rugby, comenzó su carrera en 1974 en el Biarritz Olympique (BO). Hombre leal, permaneció ligado a este club durante toda su carrera, convirtiéndose en un símbolo de fidelidad en el mundo del deporte.
A partir de los años 1980, Blanco se consagró como el mejor lateral de Francia, e incluso del mundo.
Si su talento brilla en el campeonato francés, es en la escena internacional donde graba su nombre en la historia del rugby. Con la camiseta azul de la selección francesa, ganó seis Torneos de las Cinco Naciones, incluidos dos Grand Slam, en 1981 y 1987, afirmando así su dominio del rugby europeo.
“Sus cualidades técnicas y físicas, su instinto, contribuyeron a convertirlo en uno de los mejores jugadores de la historia de este deporte”
La cima de su carrera la alcanzó durante la primera Copa del Mundo de Rugby en 1987, organizada en Nueva Zelanda.
Serge Blanco, en plena forma, se convierte en héroe de un momento legendario en la semifinal contra Australia. Al final de una acción memorable, anotó el try ganador, impulsando a Francia a la final e inscribiendo su nombre en el panteón del rugby mundial.
Aunque Francia no ganó el título, Blanco destacó como uno de los subcampeones mundiales más destacados de la historia.
Al observar su historial, es difícil no quedar impresionado por el impacto de Serge Blanco en el rugby. Con 38 tries anotados en 93 selecciones, 17 de ellas como capitán, sigue siendo uno de los mayores anotadores de la selección de Francia.
Elegido seis veces mejor jugador francés, su influencia va mucho más allá de las estadísticas. Apodado “el Pelé del rugby”, este título no oficial atestigua su incomparable talento y su capacidad para trascender las fronteras deportivas.
Serge Blanco, jugador inclasificable y auténtica leyenda, sigue encarnando el espíritu del rugby con una elegancia y una pasión que nunca se desvanecerán.